• Pues si, la verdad es que estoy encantada con: - Los dí­as de niebla, los paseos por el pinar, el aperitivo del sábado. Tampoco me disgusta la amabilidad ni la buena educación. La cara de felicidad de mi gata cuando duerme ( ¿ sabrá lo es el Nirvana ? ). Dinos que te gusta.

    domingo, diciembre 24, 2006

    Recuperar el cielo

    Una de las cosas que más me gusta de volver al pueblo es tener la posibilidad de contemplar un cielo intensamente azul de día e intensamente negro de noche, increíblemente plagado de estrellas. Desde pequeña me quedaba horas mirando el cielo nocturno a la caza de esas estrellas fugaces que lo cruzan silenciosamente. Se veían tantas que era imposible formular tantos deseos sin repetirse, así que me dedicaba a contarlas. Supongo que ahí empezó mi afición por la astronomía.

    En aquella época bastaba con salir del reducido núcleo urbano para perderse en un mar de constelaciones y estrellas. No había apenas contaminación lumínica y si no había Luna el espectáculo estaba servido.

    Con el tiempo me regalaron por Navidad un pequeño telescopio y en lo primero que pensé fué en el cielo del pueblo. Cómo se vería todo aquello con un telescopio! Casi me consume la impaciencia hasta la primera noche de aquel verano en que por fín pude montarlo y mirar por el ocular. Pero me encontré con un inconveniente con el que no contaba: ya no valía con andar unos pasos desde la última casa del pueblo para encontrar oscuridad sino que había que alejarse y como pude comprobar un día y otro la cosa se iba poniendo bastante difícil. Probé en todos los rincones de los alrededores pero de pronto todo eran resplandores: en el valle, detrás de una colina o un cerro, de todas partes salía una tenue luz que dificultaba la visión. Habían surgido de la nada, como por arte de magia urbanizaciones que parecía que quisieran iluminar el cielo en lugar del suelo. Y muchas de aquellas estrellas o manchitas diminutas y poco luminosas dejaron de verse.

    Otro tipo de contaminación, la lumínica, lo empezaba a invadir todo y el proceso es imparable si no se toma conciencia y se le pone remedio. Cada año hay mas luces, mas resplandor y muy a mi pesar, menos estrellas. Pero ya no sólo en el pueblo, es que en las ciudades casi se han apagado del todo y me parece una gran pérdida. La solución pasaría por cambiar el alumbrado público actual por otro no contaminante que iluminara donde lo tiene que hacer, es decir, en el suelo y para ello ya se han diseñado farolas que respetan el medio ambiente, falta que los Ayuntamientos tomen conciencia del problema y traten de minimizar el impacto del aumento de las poblaciones sustituyendo las luminarias actuales por otras que nos permitan volver a mirar hacia arriba y contemplar esos bellísimos cielos nocturnos que seguro que todos hemos contemplado de pequeños.


    Enviado por: La Catenaria estrellada